Ya es tarde para echarse atrás. Él, 40 años, bajito, anónimo. Ella, Irene, algo más joven, talla 42. El duelo está servido. Lo curioso es que ninguno de ellos quería enfrentarse entre sí, pero los dos son culpables de provocar dos situaciones bien distintas. Hay un secreto que ambos conocen y que no puede salir de entre esas cuatro paredes. No, al menos, si pueden evitarlo…